Después del desmembramiento de la Unión Soviética hubo un judoka ruso que brilló por su virtuosismo técnico sobre los tatamis con luz propia: Vitaly Makarov.

El formidable competidor nacido en Tuapse, comenzó incursionando en la categoría menos de 71 Kg y a los 20 años conseguía su primer gran éxito internacional al consagrarse Campeón Mundial Junior y Subcampeón de Europa de la misma categoría.

En el año 1999 ya en los menos de 73 Kg, se instalaba en la élite mundial con su bronce europeo y su plata mundial en una gran final contra el americano James Pedro. En el 2000 conseguía la plata europea senior, sin embargo sufría una gran decepción en su debut olímpico en Sidney 2000 con la derrota ante el kazajo Shakharov.

Pero eso solo hizo aún más fuerte y seguro a Vitaly que al año siguiente se coronó como Campeón Mundial Senior en Munich, en una de las finales más espectaculares que se recuerdan a este nivel contra el nipón Yusuke Kanamaru, mientras que en el Mundial de Osaka 2003 se colgaba la medalla de bronce.

Y llegó su asignatura pendiente: los Juegos Olímpicos y en esta oportunidad en Atenas 2004, Makarov no falló y solo el surcoreano Lee lo detenía en la final, ciñéndose así la medalla de plata.

El ruso dueño de una postura izquierda de infarto, un uchi mata que hacía la diferencia y recursos técnicos envidiables, siempre fascinó por su elegancia y con la facilidad que hacía todo encima de un tatami, lo cual habla a las claras de un judoka extraclase. 

Actualmente forma parte del equipo técnico de la poderosa Rusia y cuenta entre sus deportistas a Campeones Olímpícos y Mundiales.

FOTOS: IJF/ EJU/ JudoPhotos.com