Durante muchos años fue el locutor de judo, esa voz que todos reconocimos en las competencias, el locutor oficial, el que ponía nombres y apellidos en los rostros del judoka; una voz poderosa y profunda que retumbó con fuerza y anunció con alegría. Ahora se ha ido, para siempre. Es con pesar e infinita tristeza que informamos de la inesperada y repentina muerte de Luis Fernando Gonzalo Torres.
Conocimos a Luis en Tokio, durante el Grand Slam de 2017. Era nuestra primera cobertura de judo, no conocíamos el lugar ni la gente. De inmediato, Luis se hizo cargo de la situación y dedicó simpatía, horas de atención y pedagogía para que estuviéramos menos mal informados.
Luis era así, un cuerpazo para un corazón enorme, siempre dispuesto a ayudar, animar a la multitud y hacer del tiempo un momento de entretenimiento. Su lista de reproducción era famosa y mezclaba diferentes estilos de música. Interactuaba con el público y los hacía reír y siempre estaba de buen humor.
Torres junto a la Campeona Olímpica Paula Pareto
Era calvo y tenía panza, y parecía un monje budista con traje y corbata cuando trabajaba; chanclas y camisetas de colores cuando descansaba. Tenía ese aire afable que hacía que la gente confiara en él.
Cuando dejó la Federación Internacional de Judo, no paró de trabajar y colaboró en innumerables proyectos para numerosos deportes y también contribuyó a proyectos sociales y humanitarios. Nunca abandonó el judo ni cambió su voluntad de ayudar a los demás.
Luis se ha ido. Pensamos en su familia y en sus seres queridos y, como todos lo adoramos, ya sabemos que el mundo, sin él, será un lugar diferente, huérfano, menos hermoso. Descansa en paz Luis.
FUENTE: IJF/Pedro Lasuen
