El síndrome premenstrual puede interferir significativamente en la función fisiológica, psicológica y social de las mujeres afectadas, llegando en algunos casos a una forma grave y predominantemente psicológica de SMP: el “trastorno disfórico premenstrual (TDPM)”. El Colegio Americano de Obstetricia y Ginecología afirma que del 20 al 40% de todas las mujeres experimentan síntomas del SPM que son lo suficientemente graves como para afectar su estilo de vida o de trabajo, y que entre el 3-8% cumplen con los criterios estrictos para TDPM.
La amplia gama de la prevalencia se debe a una serie de problemas metodológicos en la investigación como intervenciones o métodos de medida débiles, análisis estadísticos inapropiados y la falta de datos físicos y/o antropométricos.
Síntomas y patrones temporales
El diagnóstico de síndrome premenstrual es complicado pues se relaciona con más de 200 posibles síntomas, a lo que hay que añadir que algunos de ellos no son específicos únicamente para el síndrome premenstrual. Por lo tanto, es importante distinguir un SPM de trastornos médicos o psiquiátricos concomitantes; cosa que es labor médica. De manera independiente y personal, una mujer puede detectar la ausencia de trastornos psiquiátricos crónicos cuando estos no se producen al menos durante una semana a mediados de la fase folicular de cada ciclo menstrual, pero un período de seguimiento de dos ciclos menstruales bajo supervisión médica puede utilizarse para confirmar, o no, el diagnóstico.
Se han observado diversos patrones de sincronización de los síntomas, aunque el más común de ellos (con gran variabilidad) es aquel en el que los síntomas aumentan gradualmente en intensidad a lo largo de la fase lútea y terminan con el inicio de la menstruación o incluso persisten en los primeros días del ciclo siguiente.
Entre los 8 síntomas más reportados por las mujeres se encuentran:
- Dolor
- Concentración reducida
- Cambios de comportamiento
- Reacciones autonómicas
- Retención de agua
- Afecto negativo
- Alteración
- Disfunción motora
Ya se evaluaban estos desde 1931, cuando el Dr. Frank RT describió el síndrome premenstrual como un trastorno único que requiere atención terapéutica asociado a “una sensación de tensión indescriptible de 10 a 7 días antes de la menstruación que, en la mayoría de los casos, continúa hasta el momento en que se produce el flujo menstrual. Su sufrimiento personal es intenso y se manifiesta de muchas acciones imprudentes ya veces reprensibles.”
Esta definición pone de relieve tanto la gravedad de los síntomas, así como la desesperación de las mujeres afectadas en su intento de buscar una cura o, al menos, el alivio.
Terapias con efectos limitados
Hasta la fecha, los métodos probados incluyen la terapia hormonal, el yoga, suplementos de vitaminas y minerales, asesoramiento psicológico, la hipnosis, la meditación, autohipnosis, tratamiento de imágenes guiadas, la fototerapia (exposición a la luz solar) y la cirugía. Desafortunadamente, estos tratamientos han demostrado un éxito limitado en la reducción de la sintomatología:
- La evidencia sobre la eficacia del tratamiento hormonal dirigido a la supresión de la ovulación o a reducir la sensibilidad de progesterona ha sido mixta y cargada de consecuencias indeseables, tales como efectos masculinizantes o efectos secundarios asociados a la menopausia.
- La terapia farmacéutica, tales como antidepresivos, no deben ser evitados cuando estén indicados bajo base sólida (mirando el historial de la paciente y personalizando). Sin embargo, cuando los efectos secundarios de la droga inclinan la relación riesgo-beneficio en contra de la paciente, los métodos alternativos (en lugar de o en combinación con medicamentos) debería buscarse.
JUDO y SPM
Que la mejora de la condición física tiene beneficios psicológicos y fisiológicos está fuera de toda duda.
Varias hipótesis que tratan de explicar la relación positiva entre el ejercicio y la mejora de la salud mental se han ofrecido a lo largo de los años. La teoría de la distracción, la hipótesis de las monoaminas (noradrenalina, serotonina y ácido γ-aminobutírico se asocian con la depresión), o la más conocida, la hipótesis de endorfinas, que hacen que la práctica habitual de judo lleve a un estado de euforia tras su realización:
- La aptitud física se asocia positivamente con la salud mental y el bienestar.
- El práctica regular de nuestra arte marcial se asocia con la reducción de las emociones de estrés tales como el estado de ansiedad.
- La ansiedad y la depresión son síntomas comunes de la falta de tratamiento y automanejo del estrés mental; y el ejercicio se ha asociado con una disminución del nivel de la depresión y la ansiedad leve a moderada. La depresión severa, por lo general, requiere tratamiento profesional que puede incluir medicamentos, terapia electroconvulsiva o psicoterapia, pero el ejercicio DEBE ser un complemento.
- Un esfuerzo por realizar judo de forma continuada, que incluye fuerza, aeróbico, flexibilidad, coordinación y equilibrio resulta en la reducción de diversos índices de estrés como la tensión neuromuscular, frecuencia cardíaca en reposo y algunas hormonas del estrés (cortisol, destacadamente).
Así pues, toda la evidencia sugiere que el ejercicio físico en general y el judo en particular por su completo ambito que abarca tanto fuerza, como aerobico, flexibilidad, autocontrol, y relajación es eficaz en la reducción o eliminación de algunos de los síntomas del síndrome premenstrual, particularmente los síntomas físicos y psicológicos. Dado que prevalencia del síndrome premenstrual es similar en el mundo menos desarrollado y en el mundo occidental, creo que prescribir JUDO es digno de consideración seria por parte de los profesionales de atención primaria, los médicos obstétricos y ginecológicos, antes o en conjunción con la prescripción de medicamento.
El ejercicio es medicina (#ExerciseIsMedicine by ACSM) y cuenta con la particularidad de que es una medicina que conlleva adaptaciones activas (entrenamiento de nuestro sistema orgánico) en lugar de las únicamente pasivas (medicamentos).
Fuentes
- Aganoff JA, Boyle GJ. Aerobic exercise, mood states and menstrual cycle symptoms. J Psychosom Res 1994; 38:183-192.
- Al-Bibi KW. The effects of aerobic exercise on premenstrual syndrome symptoms. Ph.D. thesis. University of Connecticut. 1995.
- Al-Bibi KW. Women’s health. Aspetar Sports Medicine Journal 2015; 4(2), 374-377.
- De Souza MJ, Maresh CM, Maguire MS, Kraemer W, Flora-Ginter G, Goetz K. Menstrual status and plasma vasopressin, renin activity, and aldosterone exercise responses. J Appl Physiol 1989; 67:736-743.
- El-Lithy A, El-Mazny A, Sabbour A, El-Deeb A. Effect of aerobic exercise on premenstrual symptoms, haematological and hormonal parameters in young women. J Obstet Gynaecol 2015; 35:389-392.