– Su autoestima se protege y refuerza, pues quien sabe perder no ve la derrota como algo personal, como una falta de capacidades o de valía, sino como algo normal que ocurre en diversas situaciones y que se puede revertir. Por tanto, las derrotas no afectan su autoestima sino que, al contrario, la refuerza.
– Mejora sus habilidades sociales, pues sabe participar y jugar con deportividad, de manera que no se enfadará con los demás cuando pierda ni generará conflictos por ello.
– Aprende a centrarse en la actividad, más que en los resultados, por lo que deja de pensar en términos de éxito y fracaso y disfruta mucho más del camino.
– Comprende la importancia de la perseverancia y el esfuerzo, centrándose en la posibilidad de cambiar a partir del error en vez de atribuir el éxito a la buena suerte.
– Desarrolla una mejor tolerancia a la frustración, siendo capaz de ver los obstáculos como desafíos, lo cual le permite lidiar mejor con la adversidad, sin derrumbarse y saliendo fortalecido de esta.
– Aprende a ser más cooperativo y ayudar al otro, en vez de desarrollar una actitud más competitiva y egoísta que puede traerle problemas en su vida.
– Desarrolla una autoimagen más realista, que le servirá para enfrentar los futuros retos de la vida, ya que es consciente de sus capacidades, habilidades, potencialidades y limitaciones.
¿Cómo lograr que las derrotas se conviertan en victorias?
– Validar sus sentimientos centrándose en lo positivo. Perder no sienta bien, pero no se trata de sentir pena por el niño sino de validar sus emociones y ayudarle a centrarse en lo positivo, haciéndole ver cuánto habéis disfrutado del juego.
– Asumir la derrota como una oportunidad de aprendizaje. Si le enseñas a tu hijo que perder no es algo negativo sino una oportunidad para aprender y crecer, este tipo de situaciones no le afectarán tanto.
– Cambiar los conceptos de ganador y perdedor. En realidad, no gana quien vence el juego sino quien más disfruta de la actividad, aprende, coopera y no se rinde ante los obstáculos. Por eso, es importante que no alabes en demasía al ganador ni ridiculices al perdedor. Recuerda que todo lo que siembres hoy, dará sus frutos mañana.
Recuerda que todo lo que siembres hoy, dará sus frutos mañana. Una pequeña derrota en el juego puede hacer que tu hijo esté más preparado para lidiar con las decepciones, fracasos y adversidades de la vida.
FUENTE: Jennifer Delgado Suárez (Psicóloga)