Haremos las cuentas y un análisis global, como todos los demás, pero hay algo que se puede decir a partir de ahora: la única actual campeona del mundo de Budapest que ha conseguido el oro olímpico es Clarisse Agbegnenou. Los demás se han quedado cortos, se han estrellado o no están aquí.
Se dirá que algunos llegaron demasiado temprano o demasiado tarde, que la preparación no fue la adecuada, la presión insoportable. Algunos periodistas o espectadores hablarán de arbitraje o mala suerte y cualquier otra cosa que encuentren como excusa, sobre todo los que no reconocen la realidad.
La realidad es que hay algunos elegidos por talento y los que trabajan más y quizás mejor. Cuando los elegidos también funcionan obtenemos Clarisse Agbegnenou. En el Campeonato del Mundo no estaba al cien por cien de su forma porque estaba reservada para Japón, su verdadero objetivo. Sin embargo, la francesa tampoco fue a Hungría para dar un paseo o hacer acto de presencia. Quería ganar y aquí es donde se ubica la principal diferencia que la separa del resto. Suponiendo que en Budapest estaba al 70% de sus capacidades, eso fue suficiente para ganar el oro y hacerlo con estilo, buscando el ippón. En Tokio, el oro fue suyo desde la primera pelea porque, de todas las categorías en juego, ninguna ha sufrido hasta ahora tal dictadura.
Podemos afirmar que Clarisse ha observado el torneo desde arriba y aunque el diablo se esconde en los detalles y nadie está a salvo de un accidente, una lesión o un bloqueo mental, la actuación de Clarisse en Tokio fue como una formalidad, sobre todo si la comparamos con todos los otros.
Que los Juegos son diferentes ya lo asumen todos. Lo que llama la atención es el cambio radical en el enfoque, proponiendo su judo de manera muy diferente. Parece que el miedo a la derrota lo condiciona todo. Son muy pocos los deportistas que se han atrevido, que se han mantenido fieles a un estilo ofensivo y que han buscado el ippón en cada pelea. Destacamos a los hermanos Abe, Clarisse, Ono Shohei, Lasha Bekauri y Eduard Trippel. No es casualidad que todos hayan ganado el oro, excepto Trippel, que se llevó la plata porque fue derrotado por Bekauri. No es porque no se pueda ganar con tácticas defensivas o gracias a las penalidades, pero el ippón, además de ser más bonito, ofrece más garantías porque supone controlar el ritmo de una pelea.
De nuevo, la figura de Clarisse se eleva por encima de este grupo de campeonas porque es la única que ganó en Budapest hace apenas seis semanas. En el judo, como en la vida, hay categorías y jerarquías; es la ley de la selva. Lo bueno, en judo, es que las reglas son las mismas para todos. Por eso también es más fácil identificar a los mejores. Eso se traduce en victorias, medallas y una trayectoria como testimonio escrito. Los números de Clarisse dicen que es la mejor en la historia del judo francés. También dijeron que era la mejor del mundo durante el último mes y medio. Esto es para ser una leyenda, significa escribir la historia en lugar de leerla.
FUENTE: IJF/Pedro Lasuen
FOTOS: IJF/Nicolas Messner/Gabriela Sabau/Emanuele Di Feliciantonio