Con el protagonista de estas líneas no es posible hacer justicia en unos párrafos a sus más de 50 años ejerciendo en un cosmos tan complejo y a veces acomplejado como el es del judo español.
Ocurre muy de vez en cuando que aparecen personas para distinguirnos bien lo que podemos tener entre manos, desde luego son un regalo que la naturaleza materializa a capricho en tiempo y en forma, y allá donde caigan bien crean aureola, con su talento, con sus maneras, son verdaderos regalos, al resto sólo nos queda hallar manera de disfrutarlos.
Con José Alberto Valverde también se da el caso, converge también una rebeldía bien encauzada y conducida con buena inteligencia, lo retrataba muy bien cierto personaje atormentado por querer ser corriente, y que rompió moldes también “para algunos hombres no hay nada escrito sino lo escriben ellos”, es “sólo” que lo ha que hecho el protagonista discurrir por los caminos menos transitados dejando improntas de hazañas imborrables y legendarias, también por su academia no ha pasado desapercibido para todo aquel que asomase por el quicio de la puerta.
Mantiene reglas de verdadero compromiso muy inauditas para estos tiempos tan inciertos, el pasado y las glorias obtenidas no le suponen lecho para dormir sino todo lo contrario, le conozco y no es famoso por su nostalgia precisamente. Pero mejor adentrarse en sus palabras para intimar mejor con uno de los personajes con más magnetismo del judo español.
Introducción realizada por Montse Coque Conde
1. ¿Cómo comienza tu relación con el judo?
Dos han sido las coincidencias que me han conectado con el Judo. La primera, familiar, se remonta a principios del siglo XX. Mi tío abuelo, Clodoaldo Piñal, hermano de mi abuela paterna, era un joven militar muy aficionado al deporte y en una ocasión se enfrentó al famoso Raku en el circo Price. Como era de rigor recibió una contundente paliza. Otro tío mío, Ramon Morales Troyano, que era lo que en aquellos tiempos se denominaba un“sportman”, asistía con regularidad a las clases de jiu jitsu que se impartían en la Sociedad Gimnástica Española.
2. ¿Por qué elegiste este deporte?
El ambiente deportivo marcó mi infancia y mi adolescencia. Mi abuelo noruego Haakon Mordt era un buen jugador de golf, mi madre y mi tío Erik eran grandes nadadores y desde mis primeros años el deporte fue parte importante en mi formación. El marido de mi madrina, directivo de Real Madrid, me inscribió en el gimnasio de ese club y allí empecé a boxear. Todo fue muy bien hasta que recibí la primera serie en la cabeza y sentí que eso de que me dieran puñetazos no iba conmigo. Afortunadamente presenció esto un grandísimo entrenador de grecorromana, el famoso D. Eliodoro Ruiz, que al notar que me iba la marcha pero no tanto los golpes, me encaminó hacia la lucha. Practiqué greco y durante un año de estancia en Escocia por estudios, el backhold. A mi regreso a España en 1959, mi hermano Carlos y yo estábamos tomando unas clóchinas en un bar de Valencia. Por la ventana vimos un cartel que indicaba: SHIDOKAN, Escuela de Judo. Fuimos a visitarlo y el ambiente que se respiraba en aquella pequeña sala y la amistosa recepción que nos regalaron fue tal que a la semana siguiente ya estábamos con el judogi puesto.
3. ¿Un momento de tu juventud que haya marcado tu relación con el Judo?
El Shidokan, el maestro Miguel Jimenez, antiguo anarquista y profesor de matemáticas, los cuatro “samurais" del club, Juan Ramón Marco, Armando Barra, Cesar Montesinos, Paco Ramón, mi primer “sempai”, Jerónimo Forteza y un plantel de excelentes judokas, en primer lugar, me ataron al Judo. Posteriormente la llegada de los hermanos Alcibar, Ignacio y Jesús, remataron la faena dándome el complemento de formación y el impulso que me llevó al equipo nacional. Tal vez el detalle decisivo fue un campeonato regional de Kyus en el que mi hermano Carlos y yo hicimos la final. Siempre he tenido la impresión de que gané yo por el simple hecho de que era el primogénito y eso influyó en el rendimiento de mi hermano. Carlos era mucho mejor que yo, técnicamente. Pero vencí por ser el “nacido antes”.
4. ¿Un momento dulce de tu vida deportiva?
Los momentos dulces los puedo contar por millares. Disfruté las interminables sesiones de práctica en el Shidokan, las visitas al Judo Barcelona, con el maestro Birnbaum, al Samurai de Madrid con Fernando Franco, al Dojo con Rafael García de la Rosa, a San Sebastián con Gómez Eizaguirre, a Paris con el Maestro Arbus y con mi gran amigo François Besson, a Burdeos con el maestro Michigami, los cursos con Solidaridad Olímpica que tuve el placer de impartir en Angola, en Líbano, en Benin, en Guam y en Zaire. Grandes alegrías me proporcionó el equipo femenino Cubano que nos visitó en varias ocasiones. Al Maestro Veitía profeso un gran reconocimiento por sus enseñanzas y, sobre todo por la amistad que me ofreció y que hace que lo considere como mi hermano. Otro recuerdo muy importante es el combate que hice con Santiago Ojeda en un campeonato de España absoluto. Con el reglamento actual no habría podido vencerle. Pero en aquella ocasión una estrategia para la que me apoyó en gran medida Rafael Ortega, compensó la diferencia de 60 kilos entre el canario y yo.
5. ¿Un momento amargo en el tatami?
Si dulces han sido muchos, amargo solo recuerdo el momento en que me reuní con todos los judokas del club tras la muerte de Sergio Cardell.
6. ¿Qué premisas consideras que se deben poseer para ser un judoka de élite?
He conocido decenas de judokas de élite. He observado todo tipo de personalidades y de características físicas. Con las siete categorías de peso las diferencias entre unos y otros son inmensas. Pero algo en común me parece que es el sentimiento de que lo más importante es vencerse a si mismo cada día. Como decían Koga. “Nunca te rindas”.
7. ¿Qué premisas consideras que se deben poseer para ser un buen profesor de Judo?
En primer lugar ha de tener conocimiento exhaustivo, completo, absoluto, íntegro, cabal, profundo, minucioso, pormenorizado, intensivo, de nuestra disciplina. O, por lo menos, tratar de adquirirlo. Ha de entender el judo como un sistema de educación global y apropiado para cualquiera. Ha de saber que no solo ha de formar campeones sino personas. Ha de ser ejemplar y paciente. Y no ha de olvidar nunca la recomendación de Jigoro Kano: “El judo es para el hombre, no el hombre para el Judo”. No creo que sea necesario precisar que cuando decimos hombre nos referimos al ser humano, masculino o femenino. Pero , por si acaso, lo recalco.
8. ¿Qué premisas consideras que se deben poseer para ser un buen entrenador de Judo?
Nunca he sido buen entrenador. He estado rodeado de excelentes entrenadores. Sergio Cardell o Josean Arruza pueden ser el mejor ejemplo. El conocimiento científico, la capacidad de estudio, el poder de motivar, y la disponibilidad sin desmayo pueden ser algunas de las premisas que ambos atesoraban, entre muchas otras.
9. En tu criterio…¿Cuáles son las diferencias entre profesor y entrenador de Judo?
Un profesor enseña la materia, engancha a sus alumnos a ella. Les fomenta la capacidad para investigar y desarrollar los conocimientos en contacto con todas las fuentes posibles. El profesor influye en todos los aspectos de la formación integral del individuo.
Un entrenador afina, prepara, fortalece, motiva, organiza la temporada, se rodea de un equipo de técnicos en diferentes materias y tiene como objetivo optimizar el rendimiento de un deportista con metas claramente competitivas.
10. ¿En qué año comienzas a realizar tu labor como entrenador de Judo?
Repito: yo nunca he sido un buen entrenador. He tenido que ejercer como tal cuando no tenía más remedio, el los años sesenta y mediados de los setenta. Pero pronto surgieron en Alicante especialistas que me permitieron deshacerme de esa responsabilidad.
11. Con tu prolongada experiencia sobre un tatami…¿Cómo valoras la evolución del Judo de hace una década y el actual?
Más que hablar de una década anterior prefiero referirme a dos épocas que he conocido, muy diferentes. Desde que yo empecé hasta los 70 hacíamos un judo bastante técnico pero algo simple. Tal vez los catalanes se distinguían por estar más cerca del judo europeo. El judo español estaba en expansión y dirigido técnicamente por Roland Burger que se multiplicaba en sus funciones de profesor, entrenador, promotor, organizador, gestor, etc. etc. La llegada de un judoka excepcional, el maestro Lee, cambió el concepto añadiendo sistemas de entrenamiento que marcaron a toda una generación. Cardell, Sanz Paz, Alfonso García, Carmen Solana, y bastantes más dieron un impulso al judo de competición gracias a una formación anterior, fruto de magníficos profesores, a la que añadieron los nuevos elementos.
12. ¿Qué opinión te merece el presente del judo español?
Actualmente el judo español tiene todo para estar al mismo nivel que los grandes, salvo uno bastante importante: el dinero. Sigue basado en el trabajo privado y en la disponibilidad de las familias para suplir las carencias oficiales. De todas formas yo estoy bastante alejado de ese asunto y mi opinión carece de base para expresar algo sensato y con conocimiento de causa.
13. ¿Y cómo ves el futuro del judo nacional?
Ni idea. Espero que los judokas españoles lo lleven por buen camino.
14. Como gran referente durante décadas del judo alicantino…qué opinión te merece la actualidad del mismo.
En Alicante hay alguien con excelentes conocimientos de técnica. Otro, gran motivador, otro, magnífico preparador físico, otro buen organizador, otro buen estratega, otro notable conocedor de la forma de aprovechar las reglas de arbitraje, otro formador de niños, otro de jóvenes. Solo con que se pongan de acuerdo y trabajen juntos el judo alicantino ocupará el lugar de lider que le corresponde. Pero mis dos últimas experiencias no me han gustado. Hace poco asistí a dos actos excepcionales. El primero una conferencia diálogo entre Miriam Blasco, campeona Olímpica, y Toni Cabot, director del diario Información que nos ha ayudado de manera incansable en la promoción del judo. Los únicos judokas que asistieron al acto fuimos David García del Valle, medallista paralímpico, y yo, jubilado. Ambos nos habíamos desplazado desde Almería. Aún peor fue el día siguiente. Los hermanos Camacho, subcampeones del mundo y varias veces campeones de Europa de Nage No Kata, dieron un curso sobre ese tema en el que eché de menos a lo más granado de judo de Alicante. El curso, soberbio, tuvo una categoría altísima. Los hermanos Camacho lo cerraron con una demostración del Kata como nunca habíamos visto. De los treinta o cuarenta participante 14 venían con David desde Almería. No lo entiendo. Me pareció un desaire a los organizadores.
15. Háblanos del trabajo pionero con el Judo que desarrollaste durante tantos años en Alicante en diversos centros educativos y deportivos.
En 1964, recién obtenido el título de maestro entrenador nacional, con la ayuda inestimable de dos personas fundamentales en mi carrera profesional, Francisco Santamaría Vidal y Raul Ferrer Guardiola, nos pusimos como objetivo llevar el judo a la población escolar de Alicante. Habíamos tenido un gran éxito en el club Atlético Montemar, pero como era una institución privada con sus condicionantes económicos, decidimos poner en práctica el famoso dicho “si la montaña no va a Mahoma, Mahoma irá a la montaña.” Y la mejor manera fue abrir salas de judo en todas partes. Maristas, Liceo Francés, Jesuitas, Salesianos, Cuartel del regimiento San Fernando XI, fuimos abriendo secciones en todos los centros posibles. Al principio tuve que multiplicarme. He llegados a dar 11 clases en un día. El resultado es que en Alicante es rara la familia en la que al menos uno a dos de sus miembros no ha practicado judo en algún momento. Y durante 52 años he tenido alumnos de tres generaciones. Los primeros me traían a sus hijos y después a sus nietos.
16. ¿De dónde proviene tu pasión por la enseñanza?
No sé si es pasión. Sí manifiesto ese sentimiento cuando hablo del judo. Pero la enseñanza ha sido más un afecto que una pasión. No soy una persona apasionada sino consecuente. La enseñanza del judo viene después del aprendizaje. Eso si me apasionó. Después de practicar diversos tipos de lucha, el contacto con el judo me permitió descubrir valores que tal vez en otras disciplinas existan pero que para mi se hicieron tremendamente obvias en la nuestra. El regalo de Jigoro Kano me resultó una forma de pensamiento perfectamente útil y coherente con mis ideas. Me limité a comunicarlo tal como lo recibía. Tuve la inmensa suerte de aprender de gente tan diversa como Michigami, Taira, Gaspar, Roland Burger, Arbus, Lee, Birnbaum, Alcibar, Jiménez y de todos ellos, tan dispares, saqué la conclusión de que si una idea central, con tan distintos interpretes, daba resultados tan intensamente universales, era digna de ser transmitida.
17. ¿En tu criterio cuáles son los carencias de nuestro país que lo impiden estar actualmente en la élite mundial?
Hace mucho que en el judo nacional soy un mero espectador. No me atrevo a establecer una teoría razonable sobre sus carencias. Supongo que hay tres elementos que ayudarían a su proyección superior. Dinero, gestión inteligente y honesta y unión. Pero me imagino que en eso estarán los responsables.
18. Qué siente al ser prácticamente un símbolo del judo alicantino…¿Un compromiso, un honor, una responsabilidad?
En Alicante creo que se ha magnificado mi papel. Mi mejor amigo, un alemán que fue mi gran referente durante toda mi vida, en buenos y menos buenos momentos, Fritz Muller, me decía: “Tu eres una leyenda en Alicante”. A mi me daba risa pero he de reconocer que tenía razón. Una leyenda siempre tiene algo de verdad pero mucho de fantasía. Lo que si reconozco es que Alicante me ha llenado de amigos, me ha dado mucho cariño y, en cierto modo, me ha satisfecho el ego.
19. Aprovechando el cuarto de siglo del triunfo de Miriam Blasco en Barcelona 92…qué recuerdos atesoras de esta gesta que te tocó bien de cerca?
Del Oro de Miriam me queda su cariño, el de su amiga Nicola, en el aspecto positivo. Y el final de mi relación con el Judo Club Alicante tras la muerte de su alma, Sergio Cardell, que era casi como un hijo para mi. Después de ese accidente nada volvió a ser igual.
20. Hace algún tiempo ya disfrutas de tu merecido retiro….¿Qué echas de menos de estar el día a día en el tatami?
No estoy día a día en el tatami. pero sí cuando me apetece. Estoy mucho más libre, selecciono mucho más mis relaciones y disfruto sin compromiso de lo que hago.
21. ¿Cómo es tu día a día?
Vivo en un cortijo, entre olivos, a 2 kilómetros del mar, en un pueblecito maravilloso que se llama Carboneras. Tengo dos hijos en Burdeos, en plena madurez, luchando por sus negocios y los veo menos de lo que me gustaría. Mis nietos franceses, de 27 y 20 años vuelan alto. Vivo con mi pareja, jubilada como yo y con una hija que tiene un centro de buceo, Branquias, que nos ha dado una nieta de 4 años maravillosa. En verano tenemos otras dos, por cierto japonesas, de 5 y 9 años. Tenemos unas gallinas, de vez en cuando navegamos a vela, buceamos, montamos a caballo, nos reunimos con mis seis hermanos y hablamos de todo, incluso de política. Leemos mucho y comemos cosas ricas. Y de tiempo en tiempo me escapo a Almería a hacer judo con mi amigo David, menos de lo que él querría. Solo me falta ir a ver obras, como los jubilados hace tiempo. Pero con eso de la crisis cada vez hay menos.
22. ¿Qué te impulsa a levantarte cada mañana?
El amanecer. Cada día es una sorpresa. Las gallinas ponen a diario y hay que limpiarles el gallinero. Y cuando estamos solos mi mujer y yo nos inventamos algo y disfrutamos de una tranquilidad que hemos merecido.
23. ¿Cuál es la frase indispensable en su vida?
No hay casi nada indispensable en mi vida, salvo el cariño de los míos en ambas direcciones. Uno es rico cuando tiene lo que necesita y lo necesita poco.
24. Qué le hace reír?
La política.
25. Qué detesta?
La mayoría de los políticos.
26. Algo que quieras agregar para los lectores de Judo Noticias
El judo me ha llenado de emociones. Que a vosotros os pase lo mismo.