Despues de practicar el pequeño Judo hay que comenzar el camino del gran Judo. A partir de este momento es que se inicia un profundo aprendizaje y el recorrido verdadero por la senda de la suavidad.
Cuando el judoka comprende la esencia de la filosofía del Judo, deja de ser arrastrado por las circunstancias, hacia la alegría o la tristeza, según se desarrollen los acontecimientos exteriormente y será capaz de permanecer en una auténtica paz interior imperturbable, pues ha adquirido la capacidad de haberse elevado por encima de cualquier "problema".
Y en este momento te das cuenta que todo el camino recorrido en el tatami, te ha llevado a entender la propia vida y a aplicar los principios de nuestra arte en la convivencia y eso forma parte del gran Judo.
Ya que no se trata de vencer o ser derrotado, es algo que va más allá de esas circunstancias, se trata de la relación que estableces contigo, con tus compaňeros de Dojo, familia, amigos e incluso tus enemigos.
El gran Judo se trata del proceso que eres capaz de experimentar y superar cada día, de saber no rendirte en la dificultad, de la victoria que obtienes cada segundo que retomas fuerzas y decides continuar a pesar de las adversidades, de ser más fuerte a la vez que humilde, más humano a la par que poderoso, más sabio al mismo tiempo que mejor alumno.
El pequeño Judo nos entrena para el deporte, el gran Judo nos prepara para el reto de la vida y ese al final es el tatami en el cual todos somos protagonistas y para el cual no basta un "buen sorteo" y sí la fuerza e integridad con que se haya templado nuestro espíritu de judoka.
