Durante años -48kg ha sido el coto de caza privado de las japonesas, una especie de jardín cerrado a otros. El primer día de cualquier torneo solía terminar con el himno japonés. Todavía sucede, pero con menos frecuencia. Ahora hay más diversidad y en Tokio la candidata japonesa al título, Tonaki Funa, se enfrentará a numerosas amenazas, la mayoría de Europa, pero no todas.
Para empezar, la defensora del título viene del otro extremo del planeta. Paula Pareto puso a Argentina en el mapa del judo una tarde de julio de 2016. Desde entonces nunca ha brillado al mismo nivel, pero en los Juegos todos esperan ver una versión más pulida y experimentada que pueda ofrecer una gran actuación.
Hay siete europeas con credenciales muy serias. Hablaremos de la séptima más adelante. En primer lugar, está Distria Krasniqi. Es la apuesta más segura de Kosovo porque es la número uno del mundo y acaba de completar un ciclo de año y medio excepcional, con cuatro títulos en el World Judo Tour. Su quinto lugar en el Campeonato Mundial de Budapest no debería ser engañoso porque Krasniqi fue a Hungría para prepararse mejor para los Juegos Olímpicos. En Tokio es más que probable que compita en su mejor momento. En cuanto a Tonaki, Krasniqi la derrotó en enero.
Distria Krasniqi en judogi blanco
España fue una de las delegaciones con dudas hasta el último torneo. Julia Figueroa tuvo que luchar hasta junio para descartar a Laura Martínez Abelenda, en uno de los duelos fratricidas más intensos y largos de los últimos años. Figueroa viaja a Japón con el impulso psicológico de una medalla de bronce en Budapest y muy buenas sensaciones. Allí confesó su deseo de cambiar el color de la medalla porque acumula muchos bronces. Tokio sería el escenario perfecto.
Tan apasionada y decidida como Figueroa es Catarina Costa. la judoka portuguesa no está entre los favoritas pero los Juegos siempre se han reservado monumentales sorpresas. Los puntos fuertes de Costa son la velocidad y la técnica refinada. Quizás, en el fragor de la batalla entre grandes aspirantes al título, la portuguesa encontrará la oportunidad de llegar más lejos.
Catarina Costa
Lo mismo puede decirse de Irina Dolgova (RJF). A sus 25 años la rusa ya tiene la experiencia necesaria al más alto nivel porque, en total, tiene 17 medallas de la WJT. Una plata en Kazán y un quinto puesto en el Campeonato de Europa más reciente ofrecen esperanzas de una medalla.
Shirine Boukli es un caso aparte. A sus 22 años, la francesa ha logrado un gran avance entre los profesionales titulares. Boukli ha ganado tres torneos, incluido el Campeonato de Europa, pero sobre todo ha batido a todos los mejores y lo ha hecho en tan solo un año. Ella es temible y ya ha sido desvelada. Su juventud representa una corriente de aire fresco en un equipo francés en plena conversión, mezclando experiencia y caras nuevas y poseyendo una potencia de fuego fabulosa. Boukli será la primera fila de un equipo con enormes ambiciones.
Marusa Stangar también es parte de esa generación que aspira a despedir a las mayores. Además, Eslovenia ya tiene una campeona olímpica, Tina Trstenjak (-63kg), pero seguramente a Stangar no le importaría quitarle el protagonismo a su compatriota. Ganar será difícil pero no imposible.
Irina Dolgova en judogi blanco
De Mongolia, lejos de Europa, llega otro hueso duro de roer. Munkhbat Urantsetseg es una de las veteranas que las mujeres más jóvenes desean jubilar. Munkhbat lo ha ganado casi todo y, a sus 31 años, sigue entre los cinco primeras del mundo. Si tiene un buen día, es probable que alcance, al menos, las semifinales. Su único defecto en un brillante currículum es la ausencia de medallas olímpicas. Tokio surge como una última oportunidad para poner el broche de oro a una carrera deslumbrante.
Sin embargo, todos estos candidatas a oro, plata y bronce tendrán que tener en cuenta a una mujer de la que aún no hemos hablado, la famosa séptima judoka de Europa y seguramente será la amenaza más peligrosa.
Munkhbat Urantsetseg en judogi blanco
Daria Bilodid sigue siendo un misterio. Dos veces campeona del mundo e invicta durante dos años, además de un incidente en el World Judo Masters en enero, la ucraniana parecía destinado a un reinado largo y próspero, hasta que llegó la pandemia. Por motivos desconocidos Bilodid dejó de ganar tras el Grand Slam de París 2020 y desde entonces ha acumulado decepciones porque las dos platas y los dos bronces obtenidos en los cuatro torneos a los que ha asistido no son de su agrado. Quiere ganar más que los demás y cuando no lo hace, se derrumba y deja escapar gritos inconsolables.
Poco o nada se ha sabido de ella desde abril. Su forma es una incógnita, pero lo que sí sabemos es que si llega a Tokio al cien por cien de su potencial, el oro no se quedará atrás y las demás también lo saben.
Daria Bilodid
FUENTE: IJF/Pedro Lasuen
FOTOS: IJF/Emanuele Di Feliciantonio/Gabriela Sabau/Marina Mayorova